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Avizor Ediciones presenta su proyecto editorial en Madrid

La capital de España ha sido el lugar elegido para la puesta de largo de la Editorial Avizor, con la bienvenida de sus dos primeros libros: De deudas y muertos, de Miguel Fortea; y la reedición de La alegría del Capitán Ribot, de Armando Palacio Valdés. La ambición de esta Editorial que acaba de nacer es sacar a la luz nuevos autores de novela de calidad, recuperar obras clásicas merecedoras de ser rescatadas del olvido, así como editar en castellano autores extranjeros que no han sido aún traducidos o que merecen una nueva o mejor traducción.

Avizor Ediciones nació en 2021 mirando hacia el futuro tanto como al pasado, que es la única forma de tener la ilusión de vivir en el presente. Y ayer fue su puesta de largo, con la presentación en Madrid de un proyecto que incluye también la creación del Club de Lectores Avizor, que permitirá a todos los aficionados a los libros compartir, comentar, criticar y, en definitiva, disfrutar de pertenecer a una comunidad con una pasión común: la lectura.

El acto contó con la presencia del abogado José Manuel Cajigas, que ejerció de moderador, el autor Miguel Fortea, el lector y miembro del Club del lector Guillermo Sáenz-Escardó, y las editoras Almudena Moreno e Inmaculada Garrido.

Cristina Alonso, directora del centro de humanidades Francesco Petrarca, que fue dónde se llevó a cabo la presentación, fue la encargada de dar la bienvenida a todos los presentes e invitados a la jornada y recordó que se trata de “15 amigos que arrancan un proyecto de editorial en un mundo en el que cada vez más el audiovisual gana siempre la batalla a los libros”. Alonso les deseo lo mejor para el nuevo proyecto “para que sea de todo corazón un proyecto, no digo que tenga éxito, porque esa palabra con la cultura…, pero que vaya bien, que disfrutéis, que seáis una editorial importante con el tiempo y una referencia dentro del panorama español de las editoriales, y que vendáis muchos libros y que cuidéis de vuestros autores”, terminó.

Jose Manuel Cagigas por su parte recordó que la presentación “es un acto cultural y es un acto donde queremos presentar una idea que hemos llevado a cabo un grupo de amigos que nos une un interés por la lectura, que es algo que nos ciega a muchos, y hemos hecho un esfuerzo para poner en vuestras manos algunos libros que nos gustan, precisamente al ser una actividad cultural. No quiero dejar de comentar que es radicalmente opuesto a la actividad cultural que es la guerra, por eso quiero tener un recuerdo para los ucranianos que lo están pasando fatal por la situación que tienen en su país”.

Cajigas recordó que este grupo de 15 amigos han creado esta editorial con la intención de recuperar algunos libros clásicos “que están un poco olvidados, permitir asimismo a algunos autores que tienen dificultades para publicar, que consideramos que merece la pena publicarlos, apostando por la ficción moderna y la edición actual”.

De deudas y muertos

El escritor Miguel Fortea es el alma mater de la editorial, porque fundamentalmente es uno de los primeros impulsores de este proyecto, y el autor del libro ‘De deudas y muertos’. Se trata de una novela negra característica desarrollada en Madrid en los años 30 y 40, una época bastante convulsa con un protagonista que ya había aparecido en otra novela ‘La ciudad del trueno’, que fue publicada por Plaza y Janés y que fue un gran éxito. El moderador Cajigas recordó que la editorial había recuperado a ese detective, que es también el protagonista de esta novela negra, “bueno, la ha recuperado Miguel, evidentemente, y le ha dado una nueva aventura del inspector Dalmau”.

Fortea habló de sus orígenes dentro de la escritura, pues es economista pero “siempre he tenido pasión por escribir, pero he sido economista y a lo mejor ha sido un poco para huir de la economía. Todo cuadraba pero ¿por qué novela negra? porque de joven, casi adolescente, era un apasionado de la novela negra clásica americana; tanto es así que la pandilla que teníamos nos encantaba Philip Marlowe, y todos nos vestíamos con sus cazadoras largas, y además íbamos al Sport Club, que estaba en la calle Alcalá. Cuando estábamos ahí, la media de edad era de 60 años cuando nosotros estábamos en la adolescencia, pero nos daba igual cual fuera el sitio, solo nos valía tomar un buen Gimlet en Madrid por emular a este personaje. Éramos muy fanáticos”.

En esa época Fortea nunca pensó ni se le ocurrió escribir una novela negra, “empecé a escribir más tarde y nunca novela negra. Ese modelo de novela negra que a mí me gusta leer, clásica de los años 40, 50 y 60 americana y donde hay un héroe solitario que lucha contra todos los obstáculos y hay una réplica que es más importante que una autopsia y donde no hay tanta sangre como actualmente, que en la novela actual personalmente a mí no me gusta tanto. Ese tipo de novela era mi modelo, un modelo de novela más aséptico, más centrado en el diálogo, en el ingenio, y no en lo puramente policial o en la plena solución del caso”. Pasó el tiempo, y Fortea pensó escribir lo que “creía que quería escribir y quise escribir lo que yo quería leer y cuando tú sabes lo que quieres siempre estás un poco mirándote al ombligo. Pero entonces dije, voy a hacer un cambio a ver que pasa e hice un ejercicio de estilo de un policía muy brutal que estaba persiguiendo a un delincuente. Me convenció más o menos y ese ejercicio de estilo fue el primer capítulo de La ciudad del trueno, que es la novela anterior a De deudas y muertos”.

Como parece que tuvo cierta buena acogida, Fortea siguió escribiendo novela negra lo cual “tiene una serie de ventajas: la novela negra al ser un género te da una serie de normas que constriñe una plantilla. Yo, igual que cualquier escritor, somos muy dados a divagar, por lo que esto te obliga a una serie de normas, que puedes no cumplirlas, pero que seguro, tienes que conocerlas. Esto hace que te ajustes un poco más a lo que quieres hacer tú al final, y acabas contando lo que tú quieres, pero el género te da una disciplina”.

La alegría del Capitán Ribot, de Armando Palacio Valdés

La editora Almudena Moreno reconoció que no había leído nunca a Armando Palacio Valdés, autor del segundo libro editado por Avizor Ediciones, “pero me lo recomendó Jose Manuel Cajigas para que lo editáramos, y me pareció un reto, pero si a Jose Manuel le gustaba, y yo le tengo mucho respeto, pues me lo tomé como un reto”. Montero reconoció haber encontrado numerosos valores en un libro del siglo XIX “lo primero que me llegó que me llamó la atención fue el título, La alegría del capitán Ribot, pero luego me ha producido dos impresiones: una es la calma. Me parece súper interesante en esta época en la que estamos viviendo, rodeados de gente que nos empuja, que te invitan un poco a a tener ansiedad, que te invitan a que todo sea rápido, y este libro te produce todo lo contrario: muchísima calma”. Moreno destacó que hay una serie de descripciones que “te trasladan a la ambientación de Valencia de finales del XIX, con unas descripciones preciosas que no paran de degustarse”. Los valores es otro de los puntos a ensalzar dentro del libro “son muy importantes y he pensado mucho en mis hijos porque me parece que son muy educativos y os resumo los valores que yo creo se pueden encontrar en el libro: amistad, hay unos pasajes de amistad impresionantes a nivel del valor de la conciencia a la hora de tomar decisiones y luego también súper importante se ve muchísimo una defensa de la mujer, lo que en esa época resulta bastante interesante. Se hace de una forma velada pero es muy interesante descubrirlo”. Moreno invitó a todas las mujeres presentes a descubrirlo.

Inmaculada Garrido, por su parte, se mostró muy de acuerdo con que el título es muy importante, y destacó que ella si que había leído la obra de Armando Palacio Valdés, en concreto ‘La ciudad perdida’, pero de repente “vi al capitán Ribot, y fue toda una nueva aventura volver a una novela realista española naturalista del finales del 19 y lo que me encontré, aquí doy un poco la razón a  Almudena, es que todo en el libro es serenidad, todo es fácil, nada es fatiga”. El libro versa de la clase burguesa, donde el protagonista es el narrador, que habla en primera persona y nos va descubriendo como es la vida burguesa de la Valencia de finales del XIX,  “todo con una ligereza sublime. Dedicamos nuestra vida a ir por las mañanas al dentista, al café por las tardes, a merendar con los amigos a la alquería o a las caballerizas, o a ver el mar la brisa o la naturaleza… Pero además, en esa dicotomía, mujeres y personajes enamorados y frustrados. Una dicotomía entre lo que vivimos de la superficialidad de esa sociedad valenciana, con terribles desajustes amorosos emocionales llenos de deseo, situaciones, pasiones de todos los personajes”. Garrido recuerda como dentro del libro de repente se pasa de “tomar una horchata tranquilamente a una violencia que te sacude y te aprieta el corazón, y que no te deja respirar”. Y es ahí dónde es importante ver esa sociedad muy dividida por los usos y las costumbres sociales, y donde se ve que las mujeres “tenemos voz y Armando Palacio Valdés es un avanzado novelista bastante feminista. Los hombres tienen sus tareas económicas, por ejemplo, pero las mujeres somos un poco comparsas… tocamos el piano, animamos, cosemos botones e intentamos también aparecer en la sociedad y en los pequeños negocios familiares, pero todo en definitiva es alegría y serenidad al estar vivo…”.

Club del Lector

Guillermo Saenz-Escardo fue uno de los primeros que se apuntó como lector Avizor, siendo uno de los primeros que compró el primer libro que editó la empresa y formó parte del Club del Lector, creado de forma paralela a la editorial y que consta de un grupo de personas para que se sientan próximas y que quieran recibir los libros que periódicamente edita Avizor, y que a su vez sirve para ayudar a sufragar costes con cuotas casi simbólicas de 25 € al año, pero que permite a la editorial sobrevivir, a cambio de dos libros editados anualmente y con una rebaja en los demás libros que se compren del 20%.

Guillermo Saenz-Escardo recordó la importancia de una editorial en los tiempos que corren hoy en día, ya que “el negocio digital permitió un milagro, y es que no tienes límites de información, puedo tener todo, y además, con un coste extremadamente bajo y permitir que los nichos se multipliquen de forma infinita, teniendo un alcance a los pequeños nichos y además te permite hacer correlaciones lógicas”. Saénz recordó que otra cosa es que a veces “nos resulta odioso porque creemos que la inteligencia artificial nos recomienda en relación a nuestro comportamiento y nos sentimos un poco observados por el monstruo, pero es cierto que igual que el librero de toda la vida te conoce y te dice si te ha gustado ‘De deudas y muertos’, también te dice ‘por qué no lees este otro libro’. Esas correlaciones son muy interesantes”, apuntó.